El 5 de
agosto de 1962 la sociedad norteamericana se [despertó] con la
noticia de que Marilyn Monroe había muerto víctima de una
sobredosis de nembutal. Aparentemente, la incomparable rubia
platinada se había suicidado... a los treinta y seis años y en el
pináculo de su carrera artística —señala el ensayista mexicano
Joel Dávila, Profesor Investigador de la Universidad de
Tlaxcala—.... Un público diverso de diferentes partes del mundo
[la había elevado] al estatus de símbolo sexual....
»A partir de esa fecha nació el
mito que hoy conocemos. Su muerte fue sentida por sus incontables
admiradores, entre ellos Bob Dylan.... [y llevó al] poeta Ernesto
Cardenal, nacido en 1925 en Granada, Nicaragua —apenas un año
mayor que [ella]—... a crear el que para varios críticos es su
mejor poema: “Oración por Marilyn Monroe”, plegaria que fue
ampliamente leída por un gran número de lectores jóvenes en las
décadas de los años 60 y 70
«Señor
recibe a esta muchacha
conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque
ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero
nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita
de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se
presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de
Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como una
astronauta frente a la noche espacial....
»Señor
En este mundo
contaminado de pecados y radioactividad,
Tú no culparás tan sólo
a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó
con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la
realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el
script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script
absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a
nosotros...
por esta Colosal Super-Producción en la que todos
hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos
tranquilizantes....
»... Soñó ser estrella de
cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra
interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos
cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo
reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos
paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el
Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue
tomada....
»La película terminó sin el beso
final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y
los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como
alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan
sólo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER [número
equivocado].
O como alguien que, herido por los
[gánsteres],
alarga la mano a un teléfono
desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba
a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien
cuyo
número no está en el Directorio de Los Ángeles)
¡contesta Tú
el teléfono!»
Tiene razón el poeta Cardenal.
Dios la conocía por nombre desde su maltratada niñez hasta su
humilde adolescencia y su deslumbrante fama artística posterior. Y
lo cierto es que si ella hubiera querido marcar su número, Dios
habría deseado contestar a fin de mostrarle su
llamadaamor incomparable y
de tranquilizarla diciéndole: «Ven a mí, tú que estás cansada y
agobiada, y yo te daré el verdadero descanso; pues en mí
encontrarás descanso para tu alma.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario